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Le temps, 01/12/2016

Hollande renuncia a reelegirse: ¿una oportunidad para la izquierda francesa?

Publicado: 2016-12-02


El primer día de diciembre fue la fecha elegida. A las 8 pm, hora francesa (2 de la tarde en Lima), el presidente francés François Hollande hizo en directo un anuncio que desconcertó a más de uno. Después de hacer un balance de ocho minutos sobre los avances de su gobierno, y luego de hacer un mea culpa por los errores cometidos, dio a conocer lo hasta ese momento impensable: no se presentaría a las primarias de la izquierda y por lo tanto no sería candidato presidencial en las elecciones presidenciales de abril de 2017. Esta decisión resultaba sin precedentes en la historia de la quinta república francesa -periodo iniciado en 1958- pues era la primera vez que un mandatario francés renunciaba a su derecho de reelegirse. (1) 

“Soy consciente de los riesgos que conllevaría mi candidatura, que no reúne todos los consensos. He decidido no ser candidato a la elección presidencial y no renovar mi mandato (...) En los próximos meses, mi único deber será continuar a dirigir el país, aquél que ustedes me confiaron en 2012”, dijo Hollande en un discurso pronunciado en primera persona y con una emotividad poco habitual en él, caracterizado más bien por su poca simpatía y sus escasas cualidades comunicativas.

Este anuncio dejó fríos a muchos, incluso a su entorno más cercano, quienes, según algunos medios franceses, se enteraron de lo que iba a ocurrir una hora antes. Y es que, nunca antes un presidente había optado por no presentarse a una reelección inmediata. Un corresponsal del diario suizo Le Temps lo describe así: “Periodistas, electos, consejeros, ministros.... todos soterraban hasta entonces mis explicaciones demasiado 'razonables' (mejor dicho, 'demasiado suizas'). Imposible, según ellos, imaginar a un Jefe de Estado francés en ejercicio que decidiera no aspirar a su propia sucesión”. Y luego precisa, “Francia, me explicaban, 'no funciona así'. Un presidente-rey no abdica. Punto final”. (2)

Esta certeza parecía resistir a las presiones procedentes incluso desde la propia casa presidencial, las que insistían desde hacía algunas semanas en aquella posibilidad negada. Asimismo, los rumores sobre la existencia de una crisis al interior del gobierno por las intenciones de su primer ministro, Manuel Valls, para tentar la presidencia y por ende enfrentarse al mandatario en las primarias de la izquierda programadas para enero de 2017 se habían incrementado después que Valls declarase en televisión que si él no excluía su posible candidatura era porque "buscaba romper con una mecánica que conduciría (a la izquierda) a la derrota" (3)

La decepción concitada por Hollande lo hizo caer en su aprobación hasta un discretísimo 7%. Como el diario inglés The Guardian lo señala, al presidente francés se le acusaba de "falta de autoridad y coherencia, dubitativo en sus decisiones políticas e incapaz de proteger a Francia de ataques terroristas devastadores (...) Los electores del partido socialista se sentían traicionados por sus reformas confusas, hechas de aceleraciones y frenazos”.(4) Le Temps concuerda y resalta que ni siquiera el balance económico relativamente positivo con el que terminará su mandato iba a ayudarle a remontar su alicaída imagen.(5) 

Es por ello que Hollande optó por el camino más razonable. Y es justamente bajo esa línea que la razón de su renuncia reposa. No contribuir a una mayor división de la izquierda, o en todo caso, evitar su eclosión. El presidente francés ha sido consciente de sus poquísimas probabilidades de construir, en cinco meses, una candidatura capaz de pasar a una segunda vuelta. La pregunta que surge ahora es si su renuncia contribuirá finalmente a que el socialismo francés tenga una oportunidad. O es que, más que salvar a la izquierda lo que está haciendo es salvarse a sí mismo: si Hollande hubiese decidido presentarse habría puesto aún más en riesgo su propia imagen pues no solo se exponía a una muy probable derrota en las primarias sino que su vencedor podría ser su propio subordinado, su ahora primer ministro. 

Pero la probabilidad de este escenario está ahora cerrado. Y si bien este gesto ha sido bien recibido por diversos actores políticos, analistas y periodistas, calificándolo incluso de valiente, digno y hasta generoso, es sumamente improbable que en los cinco meses que le restan en el poder, así logre recuperar en algo la confianza perdida, tales logros le confieran algún favor a la izquierda candidata. 

El reto que enfrenta ahora la izquierda es sin duda enorme. Más aún cuando hace frente a una Francia que, siguiendo la tendencia de las democracias occidentales actuales, está girando hacia una derecha que ya ha adquirido bastante ventaja: ha logrado cierto consenso político y se presenta con un candidato, François Fillon, que además de haber tenido experiencia de gobierno (fue primer ministro de Nicolas Sarkozy), ha sabido recoger el sentimiento de aquellos franceses que se sienten hoy asustados de estar perdiendo sus “verdaderos valores”, amenazados por una globalización que abrió las puertas a una multiculturalidad que hoy, como su candidato, rechazan abiertamente.

Tres nombres por ahora suenan con fuerza en el rincón socialista: el primer ministro Manuel Valls -quien sin duda es el más beneficiado con este paso al costado de Hollande- y dos ex ministros Arnaud Montebourg y Emmanuel Macron, este último ya anunciado como candidato presidencial auto eximido del filtro de las elecciones primarias a realizarse en enero de 2017.

À suivre... (continuará...)

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Notas:

(1) Al respecto Le Monde recordó que, antes de Hollande: a) Tres presidentes tuvieron dos mandatos consecutivos: Charles de Gaulle (1959-1966, 1966-1969), François Mitterrand (1981-1988, 1988-1995) y Jacques Chirac (1995-2002, 2002-2007); b) dos no pudieron reelegirse: Valéry Giscard d’Estaing (en 1981) y Nicolas Sarkozy (en 2012). Georges Pompidou, falleció en funciones, en 1974. 

(2) Richard Werly, Le Temps 

(3) Al respecto, Jonathan Bouchet-Petersen, de Libération, señala que entre los pro-Valls se hablaba de una “disuasión nuclear” que habría contribuido a dañar la capacidad de Hollande para representarse.

(4) Angelique Chrisafis, The Guardian  

(5) Richard Werly, Le Temps


Escrito por

Gisela Luján Andrade

Comunicadora (U.Lima) y politóloga (U.Sorbona / PUCP), con estudios de doctorado en Sociología (EHESS-Paris). Miembro Perú de SEHLAC. .


Publicado en

La habitante

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